La forma de hacer televisión en estos tiempos me deja asombrado.
No sé si siempre ha sido así.
Lo cierto es que siempre nos hemos quejado.
Me imagino que porque cada uno tiene en mente su propia televisión ideal. Se le pueden achacar muchos defectos, y la mayoría irrefutables.
Pero, hay algo ( de entre todas las cosas que quizás vaya comentando en el futuro) que,ahora mismo, no alcanzo a comprender del todo. Se trata del papel de las teleseries en la programación. Existen muy buenas y numerosas series de bastante interés y que, sin embargo, pasan sin pena ni gloria entre otras razones por el horario de emisión tan demencial que tienen algunas.
No acabo de comprender como un buen producto, que puede reportar beneficios se arrincona en horas nocturnas y con alevosía.
Este verano hay un par de ejemplos que llaman la atención.
Tenemos Smalville, las andanzas de un joven Clark Kent en búsqueda de Superman. Una serie con momentos sosos, aburridos y ñoños pero que tiene, en cada capítulo, un par de momentos brillantes que la salvan. Una serie más bien familiar, donde nadie dice un taco ni sale ningún pecho descubierto. No comprende uno como este producto se emite sobre las doce de la noche un par de días a la semana, uno en sesión sencilla y otro en sesión doble.
Tenemos, ya más adulta, las tribulaciones de un Presidente de los USA en “El Ala Oeste”. Con esta serie, que han cambiado de horario y día (en todo caso siempre a horas casi prohibitivas), debo confesar que no he podido ver ningún capítulo esta temporada por esas veleidades del horario.
Están emitieno otra interesante (lamento no haberme aprendido bien el nombre, algo como Tick & Tuck?) sobre dos cirujanos plásticos. Los laberintos emocionales de aquellos pacientes que se deciden a someterse a una intervención de cirugía plástica, por motivos desde los más graves a los más, aparentemente, banales, se entremezclan con las vidas de estos dos doctores de caracteres tan opuestos. Hay humor ácido, palabras fuertes y escenas de esas que te tocan fibras bien sensibles. Buenas ideas, argumentos sin concesiones ni moralejas, ni buenos ni malos, sino una extensa gama de grises en el devenir cotidiano de la vida. Me parece que en la línea de “A dos metros bajo tierra”(otra que se emitió casi a traición). Bien, sobre las doce de la noche también.
Mejor suerte está teniendo esta vez “24”, en su cuarta temporada. Y para mi, la entrega más floja de todas. Si la primera era interesante y novedosa, la segunda algo inferior y que ya evidenciaba agotamiento de la fórmula, esta última más parece una parodia de si misma, con situaciones completamente desbocadas, subtramas inútiles y poco atrayentes y situaciones límite donde se admite por completo que “el fin justifica los medios”, siempre que se trate de los nuestros.
Pero bueno, lo que venía a decir es que antes, en otros tiempos, el estreno de una nueva serie era un verdadero acontecimiento. Y su emisión se reservaba para días y horas bien distintos a los actuales. es decir, que se buscaba que la gente viera esa serie. Sin ponernos a valorar su calidad, a todo el mundo les suena, algo, el Kung-Fu de Carradine, el Hombre Rico, Hombre Pobre, los múltiples detectives americanos (Colombo, Kojac,Canon, Starsky y Hutch, los Angeles de Charlie...), las maravillas británicas de Yo, Claudio, Calderero,Sastre,Soldado,Espía (el Topo), Retorno a Brideshead, Arriba y abajo......hasta McGywer, el Equipo A, o V tuvieron su repercusión social. Más recientemente, sólo se me ocurre el caso de los Expedientes-X (que nos hurtaron sus últimas temporadas).
Sin embargo, ahora, series de indudable calidad, atractivas, interesantes, pasan sin pena ni gloria y nadie se acordará de ellas en cuanto acabe el verano porque se emiten a deshoras o a traición.
Son cosas que no acabo de comprender.
PD. Mañana, si puedo, meto la madalena,palabra...