Hay varios aspectos que se olvidan cuando se maneja este concepto. En primer lugar, que los clones humanos ya existen. Es más, existen desde siempre. Son los gemelos univitelinos. En este caso, los hermanos comparten el mismo código genético. Esto es así puesto que son producto de un mismo acto de fecundación. Cuando el espermatozoide y el óvulo se unen forman una “célula-huevo” o zigoto que acaba desarrollándose en un organismo completo. En casos excepcionales, esta célula huevo se divide antes de empezar el desarrollo embrionario y forma dos mitades, cada una de las cuales es capaz de originar un nuevo individuo. Puesto que ambas proceden del mismo zigoto, tienen exactamente la misma configuración genética. Son clones.
Caso distinto son los mellizos. Aquí se ha dado una fecundación múltiple: había más de un óvulo receptivo y cada uno recibió un espermatozoide diferente. Se han formado varias células- huevo distintas, cada una con su contenido genético único y exclusivo.
No es tan sencillo fabricar un buen clon.
Otro aspecto, aparentemente menor, que se pasa por alto en el tema de los clones es que en la célula humana la información genética no sólo se guarda en los cromosomas del núcleo. En efecto, hay una pequeña fracción de ADN extracromosómico que se rige por sus propias leyes y que es de herencia puramente materna. Se trata del ADN mitocondrial. ( Recordemos que las mitocondrias son unos orgánulos celulares que poseen su propio ADN y tienen cierta autonomía. Son las responsables de proporcionar energía a la célula.)
Se da la particularidad de que las mitocondrias de un nuevo ser proceden todas de su madre, ya que las aporta todas el óvulo y no el espermatozoide.
Es un detalle aparentemente sin importancia. Sin embargo, cuando realicemos una clonación cogeremos el núcleo completo de la célula del individuo donante y se lo implantaremos a un óvulo (al que previamente le habremos quitado su propio núcleo). Con un poco de suerte, el zigoto se desarrollará y a los nueve meses tendremos un niño que será la copia genética del individuo donante. Pero no será una copia exactamente igual: diferirá en su ADN mitocondrial. Que tampoco es tanto, quizá menos de un 1% del contenido genético total del individuo. Y, bueno, puede que no pase nada o puede que sí. Puede que esas mitondrias no estén del todo sanas y no produzcan energía (ATP) suficiente para las reacciones bioquímicas celulares. Y puede que eso se manifieste en algún tipo de alteración externa del clon. En todo caso, el clon y el donante no son exactamente iguales genéticamente.
Caso distinto son los mellizos. Aquí se ha dado una fecundación múltiple: había más de un óvulo receptivo y cada uno recibió un espermatozoide diferente. Se han formado varias células- huevo distintas, cada una con su contenido genético único y exclusivo.
No es tan sencillo fabricar un buen clon.
Otro aspecto, aparentemente menor, que se pasa por alto en el tema de los clones es que en la célula humana la información genética no sólo se guarda en los cromosomas del núcleo. En efecto, hay una pequeña fracción de ADN extracromosómico que se rige por sus propias leyes y que es de herencia puramente materna. Se trata del ADN mitocondrial. ( Recordemos que las mitocondrias son unos orgánulos celulares que poseen su propio ADN y tienen cierta autonomía. Son las responsables de proporcionar energía a la célula.)
Se da la particularidad de que las mitocondrias de un nuevo ser proceden todas de su madre, ya que las aporta todas el óvulo y no el espermatozoide.
Es un detalle aparentemente sin importancia. Sin embargo, cuando realicemos una clonación cogeremos el núcleo completo de la célula del individuo donante y se lo implantaremos a un óvulo (al que previamente le habremos quitado su propio núcleo). Con un poco de suerte, el zigoto se desarrollará y a los nueve meses tendremos un niño que será la copia genética del individuo donante. Pero no será una copia exactamente igual: diferirá en su ADN mitocondrial. Que tampoco es tanto, quizá menos de un 1% del contenido genético total del individuo. Y, bueno, puede que no pase nada o puede que sí. Puede que esas mitondrias no estén del todo sanas y no produzcan energía (ATP) suficiente para las reacciones bioquímicas celulares. Y puede que eso se manifieste en algún tipo de alteración externa del clon. En todo caso, el clon y el donante no son exactamente iguales genéticamente.
Ben Reilly (la Araña Escarlata), el clon de Peter Parker (nuestro amistoso vecino Spiderman), no era exactamente como su original. Quizás por eso vestía distinto....
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