martes, 17 de enero de 2006

Desembarco DC

Desde antes de Navidades maquinaba un post sobre las últimas publicaciones de la DC en España que, la verdad sea dicha, son muchas (o eso le parece a mi cuenta corriente) y muy buenas.

Para poner en antecedentes a los no-iniciados decir que la publicación de la DC en este país ha sido un verdadero calvario para el aficionado al cómic. Más de uno y más de dos habrán llegado a pensar que esa Editorial no existía, o que existía (en un lejano país) y que se dedicaba a publicar (sólo, y en correcto mexicano) las hazañas de Batman (y Robin) y de Superman (y su familia, incluido el perro, claro). Este país, en cuestión de cómics de Super-héroes ha sido un feudo tradicional de la Marvel (la que publica las aventuras de Spiderman, la Masa, Dare Devil, los 4 F...). Pese a errores en las distintas empresas nacionales que los han ido publicando, al menos se podido mantener una cierta continuidad que ha dado su fruto. Hasta hace bien poco, y creo no equivocarme, ha habido una fuerte cantera de Marvelitas ( o Marvel-zombies), en contraste con unos pocos y sufridos Deceditas (o Deceinómanos).

Pero parece que la cosa puede cambiar. Por obra de ciertas maniobras empresariales resulta que quien desde hace unos veinte años publicaba a los héroes Marvel en España ( y que no lo hacía mal), se quedó sin sus derechos y dejo de trabajar en esta línea hasta Diciembre de 2004. En su lugar ahora lo hace otra empresa de ámbito europeo. Y quien hasta hace poco publicaba en nuestro país a los héroes DC (a unos precios de risa tonta, por lo estratosféricos, y con una política más bien restrictiva y corta de miras) resulta que pierde sus derechos y ahora se los queda quien hasta Diciembre de 2004 publicaba Marvel.
¿Se ha entendido?
Pues si nos metemos en detalles, seguro que sale un buen culebrón.Y de los buenos.

En fin,que el tema era otro.

Esa empresa que publicaba Marvel y ahora publica DC está sacando a la calle títulos que antes o no han aparecido nunca por estos lares, o sí aparecieron pero fue hace la tira de tiempo y no había quien los pillara o bien, en el mejor de los casos, hasta se habían publicado hace relativamente poco pero a unos precios...unos precios... ya digo, de risa tonta. En todo este embrollo empresarial quien parece que al final puede salir ganando es el aficionado (bueno y las Editoriales, que ambas dos se estaran poniendo las botas), que por fin ve títulos míticos al alcance de la mano y con cierta previsible regularidad.
Y a eso íbamos.

lunes, 9 de enero de 2006

los últimos coletazos...


Aquí, al lado, la susodicha...

Falta hablar de los regalos de los abuelos y los titos, de los libros de instrucciones y de montaje, de la fragilidad de los juguetes y los arreglos y remaches que un padre debe inventar para que una cunita no se desarme, un patinete no se convierta en un vehículo suicida,....y la inventiva que hay que desarrollar para poder guardar ahora en la casa (que es la misma) EL ALUVIÓN JUGUETERIL que nos ha llegado con los Reyes.
(que de paso, podían traer a los padres una habitación nueva para los juguetes, o un armario más grande...)

En fin, ya , hasta el año que viene

viernes, 6 de enero de 2006

Día de Reyes

Cuando a uno le toca ejercer las funciones de padre es cuando se da cuenta de lo épico de la empresa y de las mil y una tribulaciones que se deben afrontar . Sobre todo en fechas señaladas como las que estamos: Fatídicos días de Reyes. Qué distinto se viven cuando se es niño y cuanto jaleo hay detrás de las bambalinas...

OJO, ESTO QUE SIGUE NO ES APTO PARA MENORES.....
MIRA QUE LO AVISO...

La aventura empezó semanas antes, cuando mi mujer se escapó del trabajo, a costa de su desayuno, claro, para ir a la tienda de juguetes más cercana e intentar “apalabrar” unas cuantas cosillas. Y se encontró con que había gente que había madrugado más y algunos juguetes se nos cayeron de la lista porque ya estaban agotados (hace cosa de un mes y algo).Al menos lo fundamental lo pudo conseguir.

Hace dos días (el 4) me tocó a mi madrugar y acercarme a la susodicha tienda para recoger los paquetes y, lo peor, poner cara de póker al pagar al importe total de las cuatro fruslerías que teníamos encargadas. Me costó mantenerme frío e impasible ante el brutal ataque que sufrió nuestra cuenta corriente. Los paquetes quedaron escondidos en el coche y, ya por la noche, con los niños dormidos, descargamos la mercancía y le hicimos un hueco en uno de los armarios. Total porque las bolsas de las sábanas y las mantas duerman dos días en el suelo no va a pasar nada. Por cierto, hubo que desenvolver el paquete del coche teledirigido porque me acordé que la dependienta no pudo quitarle el precio y me tocó rascar con la uña hasta eliminar la etiqueta. Y volver a envolver con papel de regalo.

El día 5 nos enteramos que lo que realmente haría feliz a la niña es la “Agathita mil caritas”, muñecajo que no estaba en el lote y que raudo y veloz me apresuré a comprar en la misma tienda de juguetes que visité el día anterior. Lógicamente no estaba. Acudí, al Hiper, donde sabíamos que estaba en el catálogo. Y, logicamente, tampoco estaba. Vaya, es que ya no quedaban ni las estanterías de los juguetes. Después de media mañana de búsqueda infructuosa, me rendí a la evidencia: jamás encontraría a la “Agathita mil caritas”: Apesadumbrado, regresé a casa.
Por la tarde nos esperaba la Cabalgata. Uno no deja de sorprenderse de lo desmemoriado que se es para estas ocasiones y que en estas cosas o se está de los primeros o más vale quedarse en casa y ver los toros, digo los Reyes, desde la barrera. Solo que desde la tele no tiran caramelos,claro, y no es lo mismo.
Cuando salimos, nos topamos con el inicio de la Cabalgata del pueblo (es que nosotros íbamos a la de la Ciudad, que tiene más empaque y que además de caramelos tiran pelotas y peluches...). El atasco empezaba poco menos que en la puerta de la casa. Después de sufrirlo nos metimos en carretera, sólo para llegar al atasco aún más monumental de la Ciudad. Nos pasamos más de media hora dando vueltas para buscar un mísero aparcamiento, la niña se nos durmió en el coche (menos mal) y el niño no paraba de quejarse y llorar desconsolado. Ya lo dábamos todo por perdido cuando, en una calle a trasmano, a leguas de distancia del Recorrido Oficial, pudimos dejar el coche, despertar a la niña, ponernos los abrigos (porque hacía un frío bien curioso) y apechugar hasta intentar alcanzar la afamada Cabalgata, que se adivinaba allá lejos, en el horizonte. El sufrido padre con la niña en brazos y la madre poco menos que arrastrando al niño por las concurridas calles, seguían al tumulto de gentes que perseguían el mismo objetivo. Rebasamos, por las calles laterales, las carrozas de los Magos y alcanzamos una de las rectas finales. Buscamos un sitio medianamente digno y nos dispusimos a contemplar como llegaban carrozas de exhaustos pajes y derrotadas ninfas que ni tenían caramelos ni fuerza para arrojarlos a la multitud insaciable. De peluches y pelotas ya, ni hablamos.Llegaron los Reyes, estos sí, infatigables lanzando caramelos (los imagino hoy con los brazos medio tullidos). Pero ni pelotas ni peluches, que esos se acabaron en un plis-plas al principio.
Acabaron las carrozas.
El suelo estaba pegajoso.
Teníamos dos bolsitas con caramelos.

Por la noche, acostamos a los insomnes y nerviosos infantes. Nos aseguramos que estaban bien dormidos y como a eso de las dos de la mañana, pudimos componer la escena con los regalos. Nos acostamos.
A eso de las ocho de la mañana, sino antes, ya estaban los dos retoños lanzando gritos de alegría y sacándonos de la cama para ver los regalos.
Después tocó montar la cunita de madera y la tienda de WinniPoo, averiguar cómo se manejaba un Todoterreno Teledirigido y no mencionar para nada la palabra “Agathita”, por si acaso...