Hay sin embargo, un género que cada vez me va enganchando más y más, un reducto donde parece imperar la inteligencia, el humor, las buenas tramas y, en suma, el saber hacer televisivo:
las teleseries “extranjeras” (es decir americanas casi todas y alguna inglesa).
No todas, claro, que algunas están al nivel que pueden estar aquí los Serrano.
Pero últimamente hay series muy pero que muy interesantes que no conviene perderse.
No sé si será quizás la mejor, la del doctor más irrespetuoso, cínico, arrogante, mordaz, desengañado, solitario y mentiroso que haya pisado un estudio: el doctor House.
Comencé a verla tras finalizar ROMA (otra serie con sus detractores, pero que también enganchaba, no sólo por sus innecesarias escenas de sexo más o menos explícito, que también...). El primer día, por eso de la inercia, la dejé estar, aunque pensara para mis adentros:
Pero no. El subgenéro médico en las teleseries no me ha atraido desde Marcus Welby M.D.( y entonces era porque había dos canales, y el UHF casi siempre estaba escacharrado) y he rehuido su visión desde entonces.
Y seguí al martes siguiente.
Y al otro ya estaba con las patatas fritas y la cervecita encima de la mesa esperando que empezara.
Ante series como esta hay que descubrirse. Los guionistas han cambiado esquemas y la profesión médica nunca se ha visto más divertida, ácida, irreverente y dura. Hay diálogos inteligentes y otros que te ponen la carne de gallina, frases históricas, salidas de tono entre médico y paciente, médico y colegas, médico y directora del hospital, personajes que parecen fijos y de repente desaparecen, nuevas situaciones en cada capítulo...
Uno realmente no sabe si le gustaría encontrarse con semejante engendro médico si le tocara visitar el Hospital. No se está seguro si a este hombre le gusta la medicina y los pacientes (como nos han mostrado miles de veces ese arquetipo del buen doctor) o más bien lo que le gusta es resolver enigmas, poner a pruba su mente en casos desesperados donde experimentar a gusto con pacientes entre la vida y la muerte.
Además, por lo que se aprecia, la serie cuenta con un buen nivel de asesoramiento científico y resulta hasta didáctica (allí me enteré que las termitas segregan naftalina o un compuesto similar, y que un sarampión mal curado puede permanecer latente y mutar al cabo de los años...), las escenas de sangre y quirófano están convenientemente eludidas, no hay el típico tonteo romántico entre protagonistas, ni escenas lacrimosas, ni empalagosas, ni siquiera hay un niño/a en la plantilla, ni siquiera una familia...
El peso de la serie recae en sus magníficos guiones y una buena labor de los relativamente pocos actores principales y secundarios. Los personajes son perfectamente creíbles y cada cual tiene los matices precisos, sin histrionismos (bueno, HOUSE es un histriónico por definición) ni papeles planos.
Aunque existe una trama que liga los diversas entregas, es más bien laxa. Cada capítulo es esencialmente, autoconclusivo. Con lo cual puede usted empezar a verla este mismo martes que en seguida se da cuenta de que va la historia. Y quizás ya no pueda pasarse una martes más sin verla....
Se puede ver en la cadena Cuatro, los martes por la noche. Hay sesión doble.
(a un paciente) "... ¡Está usted naranja, imbécil! y que usted no se dé cuenta, pase, pero si su mujer tampoco ve que ha cambiado de color es mala señal..."