jueves, 17 de agosto de 2006

Blogs temáticos de tebeos: mis recomendaciones(I)

Blogs temáticos en Tebelogs.

Tebelogs rebasó el otro día los 300 blogs afiliados y ahora mismo va sobre 307. Me imagino que cuando llegue septiembre y empiece el año (el año empieza en septiembre, todo lo más en octubre. Lo de las Navidades es una excusa para cogerse vacaciones en invierno. No hay solsticio que valga...) se producirá otra avalancha y en cuanto nos demos cuenta seremos más de quinientos. Eso está muy bien, salvo por el hecho que muchos blogs, me incluyo en el lote, tienen contenidos y noticias poco diferenciados. Además de la marea de blogs que tratan sobre personajes enmascarados con mallas, licra y con (sin) capa, que vuelan no se sabe cómo ni por qué, lanzan rayos de energía (solar, magnética, psiónica...) desde casi cualquier punto de su anatomía o que se pegan a las paredes como lapas, además de todos esos blogs que hablan, hablamos, del cómic de superhéroes (predominate en el mercado, a qué negarlo), existen otros que se han decantado por la especialización en otros géneros o en otros autores no tan asiduos del género. Y es digno de alabar ese intento de desmarcarse y mirar a otros mundos del tebeo.

El otro día mencionaba el magnífico ejemplo de La Cripta del Terror, dedicado a los cómics publicados bajo el sello de la EC. No es el único ejemplo de blog temático en Tebelogs. He encontrado, además,

El rincón de Mortadelón, que, como su nombre indica, nos acerca al trabajo de Ibáñez con los más famosos detectivos patrios (hasta que llegó Torrente, claro), Mortadelo y Filemón, agentes de la T.I.A. Está bien documentado y resulta muy agradable de leer.

En el mismo sentido, el de la recuperación de los tebeos infantiles de confección nacional que creo que todos hemos leido (los de la excelsa Bruguera: Pulgarcito, DDT, Tío Vivo...) tenemos una referencia obligada en Lady Filstrup . Un verdadero trabajo de investigación y erudición sobre la editorial Bruguera.

Cabe añadir, en esta misma línea, los blogs de El Gordito Relleno, o el de El Tío Vázquez.



Yéndonos a otro lado, también me parece recomendable acercarnos a los Blogs de autor, como estos dos dedicados a Richard Corben:

La Leyenda de Richard Corben y

La Leyenda de Jeremy Blood .

Heavy Metal, la película Para el que no le suene el nombre, decir que allá por los ochenta este dibujante era el top de los top, el no va más. Sus trabajos aparecieron en revistas como 1984, Zona 84 o Creepy y eran esperados con ansia por sus seguidores, que llegaron a ser legión ( y casi también sus detractores).

En Heavy Metal , la película de animación, se incluyó una versión “retocada” sobre una de sus obras más conocidas, Den.


Quizás lo más recordado de este autor sean sus colores, obtenidos mediante una técnica que por mucho que explicaran nunca llegué a entender, y las anatomías de los protagonistas de sus cómics, que podríamos calificar como mínimo de “exuberantes”y portentosas.

Lo que es la vida, Corben ha vuelto, al cabo de los años, a ser plato para minorías y no tantos se acuerdan de él. Estos dos blogs contribuyen a divulgar la obra de este autor, que no es poca cosa.

Y por hoy ya está bien.




Posiblemente el ordenador se coja unos días de vacaciones para una necesaria puesta a punto (he detectado un error misterioso que hace que se me corte la conexión al ratito...yu-yu yu-yu...). Volveré...

Crónicas marcianas.

Crónicas marcianas.

Lo primero que se nos viene a la mente si escuchamos estas dos palabras es el programa de la tele que se emitía a altas horas de la madrugada y por medio del cual se han hecho populares rostros que aún siguen apareciendo en la pantalla sin que nadie sepa, a ciencia cierta, a qué se dedican o qué aportes valiosímos han realizado a la comunidad para ser tan incesantemente asunto de grandes titulares y reportajes de investigación.

La maldita lástima es que no tanta gente conoce que Crónicas Marcianas es un libro de relatos escrito por Ray Bradbury entre 1945 y 1954, una obra que se considera, con razón, un clásico del género de la ciencia ficción. Tenía una deuda con él, desde que lo conseguí a principios del verano y hoy por fin he saldado esa deuda terminado el último de los relatos. 25 relatos ordenados cronológicamente (de Enero de 1999 a Octubre de 2026), nos narran la aventura de la colonización del planeta Marte. Un Marte soñado a finales de los Cincuenta, con una civilización marciana extraña, antigua y en decadencia, que sufre el embate de la invasión terrícola. Cada relato es autoconclusivo, aunque en algunos momentos se pueden encontar referencias a personajes o situaciones de relatos anteriores y, de alguna manera, parece que el autor ha intentado estudiar al azar unas pocas de las mil facetas que podría conllevar la llegada a un nuevo planeta, todas de alguna forma relacionadas y sin embargo independientes.

Flota en todo el libro una cierta sensación de pesimismo sin solución ante los comportamientos humanos. Porque, si nos ponemos a pensar, Bradbury parece que ha cogido Marte como una nueva Utopía desde donde analizar tranquilo las actitudes y acciones de sus semejantes, desde donde predecir, a partir de la propia experiencia colonizadora americana, el terrible choque que podría suponer el encuentro de civilizaciones planetarias diferentes. Lejos de describir cohetes y naves siderales, dispositivos de navegación, trajes espaciales o sables láser, se pone en el pellejo de lo que ocurriría si pudiésemos vivir en otro planeta y cómo lo haríamos. Y la respuesta es terriblemente convincente: haríamos lo mismo que aquí. Trasladaríamos nuestros mismos pueblos y ciudades, el mismo modo de vida, la misma rutina, no importa a cuantos millones de kilómetros, a través del espacio. Se levantarían las mismas ciudades de madera del Medio Oeste, tendríamos parecidas preocupaciones y temores, encontraríamos el mismo local de salchichas y hamburguesas del barrio de al lado, les pondríamos nombres terrestres a colinas y canales marcianos.
Veinticinco relatos, que van desde un par de magníficos párrafos (Intermedio, Los Viejos), un par de páginas (La elección de los nombres, Los músicos, El verano del cohete), a relatos algo más extensos(Los hombres de la Tierra, La tercera expedición, Encuentro nocturno, El picnic de un millon de años, Vendrán lluvias silenciosas, El marciano). Preferible, pero no imprescindible, leerlos en orden, si puede ser de noche, si hay suerte, con las estrellas y Marte de fondo.

Pintura de techos y paredes

Dicen que la necesidad es la madre de la ciencia. Y en parte, eso es verdad. Si no me hubiera visto en la obligación de coger el bote de pintura y el rulo, jamás me hubiera dado cuenta que tengo ciertas cualidades para el trabajo artístico sobre paredes y techos. No a nivel profesional, desde luego, pero sí para salir airoso del paso de tener que renovar la pintura de alguna habitación sin la obligación de contratar a nadie. Y no es por mera cuestión monetaria (que influye, desde luego), sino más bien por no tener que estar llamando continuamente a “profesionales” que prometen venir sin falta al día siguiente o a la semana siguiente y que si lo hacen, resulta siempre molesto meter gente extraña en la casa y que, además, en ocasiones, descubre uno que ciertas cosas las podría haber hecho casi igual de bien (a veces, mejor), con más cuidado o con más limpieza.

Desde luego, plantearse pintar una habitación (incluido techo) es algo como para pensárselo dos veces. Para empezar, desalojar libros y discos, vaciar armarios, mover muebles, desnudar paredes de todo tipo de cuadros, cerámicas decorativas, fotos o posters, envolver lámparas, colocar plásticos y papeles por todos los rincones...El lado positivo es la cantidad de objetos que redescubrimos, y la otra gran cantidad de cosillas que por fin podemos tirar sin miedo a la basura, después de haber pasado largos años atrincherados en armarios y cajones. En momentos como éste es normal que nos dé la fiebre minimalista. Será labor de cada uno sucumbir a ella o resistir y seguir atesorando objetos perfectamente inútiles.

En fin, a lo que iba. Para acometer el trabajo que estamos planteando harán falta una serie de materiales, unas pequeñas destrezas y unas pocas consideraciones que pasó a resumir según mi propia experiencia.

Materiales:

Hay que acudir a una casa de pinturas o a una droguería. Si ya se sabe lo que se quiera, también sirve el Hiper, pero prefiero el contacto directo con el tendero, que te puede explicar y aconsejar qué herramientas necesitas. De momento hace falta un rulo o rodillo, una pértiga, un cubo con escurridor para el rulo, alguna que otra brocha para rincones difíciles y yo aconsejaria también buscarse un pequeño rulito. Aunque parece una pijada inservible, para mi ha sido un magnífico descubrimiento insustituible para quicios de las ventanas o zonas de acceso complicado para el rulo grande y/o que no queremos hacer con la brocha.


Además hará falta pertrecharse de plásticos para envolver muebles y suelo, cintas de pintor para pegar plásticos o marcar filos de rodapiés, marcos de puertas... existen también rollos de papel (de distinta anchura) que ya traen una cinta para pegar. Son muy prácticos (otro gran descubrimiento).

Partimos del principio que vamos a trabajar con pintura plástica al agua. Hay marcas muy diversas. Yo recomiendo elegir alguna de marca conocida y, a ser posible, que no deje olores. Me inclino también por los acabados en mate, en lugar de los satinados o brillantes.
Se supone que en la casa ya tenemos una buena fregona, cubos, trapos y alguna espátula.


Procedimiento:

Puede resultar frustrante por el tiempo que se lleva pero lo primero de todo es envolver con plásticos mesas, sillas y armarios, colocar muy bien plásticos, mantas o sábanas en los suelos, enrollar rodapiés, marcos y ventanas, colocar un buen cartón debajo de la zona donde vamos a trabajar con los botes de pintura, rulos y brochas.
Los interruptores de la luz y los enchufes pueden taparse con cinta adhesiva o papel. Otra posibilidad mejor es quitar los embellecedores de enchufes e interruptores (haciendo palanca con un destornillador sobre unas lengüetas que tienen) y tapar luego lo imprescindible.
Es recomendable darle con la fregona al suelo y dejarlo húmedo (de esta forma, no se pegarán mucho las gotitas de pintura que caigan accidentalmente) y si hemos decidido cubrir con plástico, este se adhiere mejor al suelo si está mojado.

Toda esta serie de preparativos, en cierto modo tediosos, son necesarios si después no queremos pasarnos horas y horas quitando manchas de pintura de lugares insospechados. Porque manchar con la pintura es inevitable (el rulo salpica). A propósito, utilizar ropa vieja, guantes de goma, una gorrita para la cabeza y, si hace falta, hay unas gafas protectoras de plástico muy útiles si vamos a pintar el techo.

El rulo debe mojarse en la pintura que hemos echado sobre el cubo escurridor y mezclado con un poquitín de agua. Se supone que cuando hemos abierto la lata de pintura (por cierto, mejor comprar de más que de menos) la hemos removido bien.
Escurrimos el rulo y lo aplicamos a una pared.
El rulo debe deslizarse con suavidad, sin que deje goterones (señal de que la pintura está algo aguada). Si cuesta trabajo que dé vueltas habrá que diluir un poco más la pintura. Si estaba demasiado diluida, echar algo más de pintura pura.
Realizar varias pasadas en un sentido y, a continuación, cruzar con pasadas perpendiculares.
Si vemos zonas donde se ha acumulado más pintura (brillan más), aplicar de nuevo el rulo, hasta igualar con las zonas vecinas.

Una vez extendida bien la pintura (ojo que no queden goterones o grumos), comenzar con otra pasada al lado de la primera.
Mismo proceso: primero en un sentido, después cruzar y luego repasar. Así hasta acabar la pared.

En la intersección pared techo habrá que trabajar con el rulito o bien con la brocha. Los brochazos deben disimularse pintando primero hacia un lado y después repasando transversalmente, de forma parecida a como hacíamos con el rulo.

Los rodapiés también se pueden hacer con los mismos materiales. Deben tener ya las cintas correspondientes. No fiarse mucho de estas cintas, puesto que la pintura suele tener la insana costumbre de meterse por debajo y dejar manchas. Sería interesante dejar esta operación para el final, así, después de pintado el filo y después de esperar un poquito, podemos retirar la cinta y limpiar con un trapo mojado si han quedado manchas. Si esta operación se realiza pronto, es relativamente sencilla, si no, habrá que recurrir a la espátula, un buen estropajo y buenas dosis de paciencia.

Los techos, no lo he dicho antes, conviene hacerlos primero de todo, o bien de forma simultánea al trozo de pared por el que vayamos. Son difíciles, ya que tenemos pintar mirando para arriba, manejando el rulo con la pértiga más o menos extendida, seguramente nos mancharemos la cara y la cabeza (no olvidar la gorrita y las gafas protectoras), y caerán gotas de pintura al suelo (inevitable) o a las paredes. El proceso es el mismo que para las paredes: pintar hacia un lado, cruzar y repasar.

En habitaciones o techos nuevos, sin pintura, conviene dar una mano de imprimación , con pintura ligeramente agudada (aún así, extender bien para no dejar goterones de pintura, que luego la segunda mano no es capaz de disimular) y después dar una segunda mano más espesa.

Hay quien prefiere no “plastificar” el suelo y lo que hace es humedecer bien con la fregona y, cada cierto tiempo, volver a repasar con la fregona mojada. Las manchas suelen salir bien de esta forma. El problema es que hay que ir haciendo dos trabajos a la vez (pintar y limpiar) y que siempre hay manchitas que se nos escapan. Para trabajos rápidos puede servir. Yo estoy más tranquilo con el suelo lleno de plásticos.

Otra cosa, si tenemos que trabajas varios días seguidos o bien paramos para comer, todos los útiles de pintura (rulos, brochas, pinceles, cubos) deben mantenerse en agua. Y al finalizar, limpiar bien con agua, escurrir y volver a limpiar. Dejar secar y ya podemos guardarlos para otra ocasión.

Y estas son mis recomendaciones, basadas en la propia experiencia personal de estos ajetreados días.