viernes, 6 de enero de 2006

Día de Reyes

Cuando a uno le toca ejercer las funciones de padre es cuando se da cuenta de lo épico de la empresa y de las mil y una tribulaciones que se deben afrontar . Sobre todo en fechas señaladas como las que estamos: Fatídicos días de Reyes. Qué distinto se viven cuando se es niño y cuanto jaleo hay detrás de las bambalinas...

OJO, ESTO QUE SIGUE NO ES APTO PARA MENORES.....
MIRA QUE LO AVISO...

La aventura empezó semanas antes, cuando mi mujer se escapó del trabajo, a costa de su desayuno, claro, para ir a la tienda de juguetes más cercana e intentar “apalabrar” unas cuantas cosillas. Y se encontró con que había gente que había madrugado más y algunos juguetes se nos cayeron de la lista porque ya estaban agotados (hace cosa de un mes y algo).Al menos lo fundamental lo pudo conseguir.

Hace dos días (el 4) me tocó a mi madrugar y acercarme a la susodicha tienda para recoger los paquetes y, lo peor, poner cara de póker al pagar al importe total de las cuatro fruslerías que teníamos encargadas. Me costó mantenerme frío e impasible ante el brutal ataque que sufrió nuestra cuenta corriente. Los paquetes quedaron escondidos en el coche y, ya por la noche, con los niños dormidos, descargamos la mercancía y le hicimos un hueco en uno de los armarios. Total porque las bolsas de las sábanas y las mantas duerman dos días en el suelo no va a pasar nada. Por cierto, hubo que desenvolver el paquete del coche teledirigido porque me acordé que la dependienta no pudo quitarle el precio y me tocó rascar con la uña hasta eliminar la etiqueta. Y volver a envolver con papel de regalo.

El día 5 nos enteramos que lo que realmente haría feliz a la niña es la “Agathita mil caritas”, muñecajo que no estaba en el lote y que raudo y veloz me apresuré a comprar en la misma tienda de juguetes que visité el día anterior. Lógicamente no estaba. Acudí, al Hiper, donde sabíamos que estaba en el catálogo. Y, logicamente, tampoco estaba. Vaya, es que ya no quedaban ni las estanterías de los juguetes. Después de media mañana de búsqueda infructuosa, me rendí a la evidencia: jamás encontraría a la “Agathita mil caritas”: Apesadumbrado, regresé a casa.
Por la tarde nos esperaba la Cabalgata. Uno no deja de sorprenderse de lo desmemoriado que se es para estas ocasiones y que en estas cosas o se está de los primeros o más vale quedarse en casa y ver los toros, digo los Reyes, desde la barrera. Solo que desde la tele no tiran caramelos,claro, y no es lo mismo.
Cuando salimos, nos topamos con el inicio de la Cabalgata del pueblo (es que nosotros íbamos a la de la Ciudad, que tiene más empaque y que además de caramelos tiran pelotas y peluches...). El atasco empezaba poco menos que en la puerta de la casa. Después de sufrirlo nos metimos en carretera, sólo para llegar al atasco aún más monumental de la Ciudad. Nos pasamos más de media hora dando vueltas para buscar un mísero aparcamiento, la niña se nos durmió en el coche (menos mal) y el niño no paraba de quejarse y llorar desconsolado. Ya lo dábamos todo por perdido cuando, en una calle a trasmano, a leguas de distancia del Recorrido Oficial, pudimos dejar el coche, despertar a la niña, ponernos los abrigos (porque hacía un frío bien curioso) y apechugar hasta intentar alcanzar la afamada Cabalgata, que se adivinaba allá lejos, en el horizonte. El sufrido padre con la niña en brazos y la madre poco menos que arrastrando al niño por las concurridas calles, seguían al tumulto de gentes que perseguían el mismo objetivo. Rebasamos, por las calles laterales, las carrozas de los Magos y alcanzamos una de las rectas finales. Buscamos un sitio medianamente digno y nos dispusimos a contemplar como llegaban carrozas de exhaustos pajes y derrotadas ninfas que ni tenían caramelos ni fuerza para arrojarlos a la multitud insaciable. De peluches y pelotas ya, ni hablamos.Llegaron los Reyes, estos sí, infatigables lanzando caramelos (los imagino hoy con los brazos medio tullidos). Pero ni pelotas ni peluches, que esos se acabaron en un plis-plas al principio.
Acabaron las carrozas.
El suelo estaba pegajoso.
Teníamos dos bolsitas con caramelos.

Por la noche, acostamos a los insomnes y nerviosos infantes. Nos aseguramos que estaban bien dormidos y como a eso de las dos de la mañana, pudimos componer la escena con los regalos. Nos acostamos.
A eso de las ocho de la mañana, sino antes, ya estaban los dos retoños lanzando gritos de alegría y sacándonos de la cama para ver los regalos.
Después tocó montar la cunita de madera y la tienda de WinniPoo, averiguar cómo se manejaba un Todoterreno Teledirigido y no mencionar para nada la palabra “Agathita”, por si acaso...

4 comentarios:

Redivivo dijo...

Por fin!!!!. Que ya se te estaba echando de menos algun post!!!.
Aunque viendo el ajetreo navideño que te traes, no me extraña que no tuvieses tiempo. Muy bueno, si señor, menuda pedazo aventura.
Por cierto: ¿no corren los niños peligro de traumatizarse al ver una cabalgata en el pueblo y otra en la ciudad?. ¿Como has resuelto el entuerto?.
Es que yo de crio llegaba del pueblo de ver la cabalgata, ponía la tele , veía los reyes magos en Madrid, por ejemplo y tenía unos dilemas y dudas que no veas.....

Luis Caboblanco dijo...

Bueno Juan P, lo que cuentas en una de las maravillosas servidumbres de ser Papá.. ¡Mi más sincera enhorabuena!

Juan Antonio del Pino dijo...

Caboblanco:
Sí, maravillosa, no veas como estabamos de histéricos mi mujer y yo...
Pero, desde luego, lo impagable y lo que cubre todos los esfuerzos y desmayos es verlos delante de los regalos el día de Reyes por la mañana...
Por cierto, bienvenido al blog. Pásase cuando quiera que será siempre bien recibido...

redivivo:
Pues sí, es un verdadero dilema. El último día de clase fueron los Reyes al cole de los niños. El día de la Cabalgata, salían los Reyes en mi pueblo y en la Ciudad de al lado. De recogida de la Cabalgata acertamos a entrar en una Iglesia para ver si quedaba algún Belén (todavía quedaba) y nos encontramos a los tres Reyes Magos que escuchaban las peticiones de los niños y les daban una bolsita de caramelos y un disco de plástico de estos que se lanzan en la playa.
Además, mi hijo el mayor, 5 añitos, me confesó que su amigo F... decía que su padre este año era Baltasar. Yo no acerté a articular palabra alguna. La solución vino de él, que dijo que podía ser Baltasar un rato y otro rato el padre de F... que como son Magos pues eso...
Pues vale, mientras piensen que la Magia funciona,
TODO ES POSIBLE.
ssaludos

Anónimo dijo...

Joder Smoky, que poco previsores... Yo le encargué los regalos de los sobrinos a los Reyes a principios de diciembre. Y eso ya es muy tarde. Que ya el año pasado las pasé putas buscando un Legolas con un mes de antelación.

Eso sí, no tengo que ingeniarme nada para esconderlos ni colocarlos debajo del árbol... de momento.