viernes, 24 de noviembre de 2006

Conversaciones en la merienda

Así como así, entre colacao y colacao me sueltan estas perlas, auténticas cargas de profundidad:

-Papá...
(me muestro atento)

-...somos animales
(me ha cogido desprevenido, de momento, un par de segundos, sin respuesta. Mientras, medita sobre lo dicho y matiza:)

-....Animales que hablan.

(...como esta niña siga así va a acabar regentando una Cátedra de Filosofía en la Sorbona)

domingo, 19 de noviembre de 2006

el Everest ese...

una montaña más alta que la torre del asilo...-¿Sabes si ha subido alguien al Everest o a la torre del asilo?

-Hombre, la verdad, la verdad, es que al Everest sí sé yo que han subido, pero en lo alto de la torre del asilo no he visto yo nunca a nadie.

-Ni para limpiar el tejado, seguro....Sí, al Everest ya ha subido gente, lo sé. El otro día subieron Carlos y el padre de Carlos....sí....

(sí, ya)

el padre de Carlos superando todos los obstáculos...-...el padre de Carlos casi no podía subir...se le salía la saliva y too...

(ahí ya no pude más, me imaginé al pobre padre, que no es íntimo amigo mío pero que al menos nos vemos cuando nos toca recoger del cole él a su hijo y yo al mío, y la verdad, parece una persona que le gustan los placeres de la mesa, y de verdad, que si ese pobre padre le toca subir el cerro de la esquina, desde luego que echa la saliva, y también la hiel, las higadillas y todo lo que tenga dentro...iba conduciendo pero tuve que parar para poder reírme a gusto...)

Qué increíble capacidad de fabulación...

miércoles, 1 de noviembre de 2006

La Ley de los niños que se despiertan temprano los días de fiesta...

Hay una Ley no escrita, (pero que estadísticamente se cumple a rajatabla, al menos en mi hogar), que dice que un tierno infante, (o los dos), presenta la tendencia irresistible de levantarse temprano (o MUY TEMPRANO) las mañanas de fiesta.


Y el corolario de esta Ley dice que lo peor no es que él o ella o los dos se levanten (si quieren madrugar es cosa suya), o que vayan al servicio y hagan algo de ruido (bueno, vale, es normal), lo peor suele ser su insana costumbre de dirigirse al dormitorio donde descansan sus progenitores, despertarlos y obligarles bajo coacciones innombrables a que acudan a la cocina y les preparen su Cola Cao.


Entre semana y los días laborables, paradójicamente, es justo al contrario: hay que ir a su habitación, arrancarlos de la cama para vestirlos, que desayunen y llevarlos al cole.

La Naturaleza Humana, qué gran misterio.

P.D. Aprovecho para recomendar una visita al blog de Azulica que acabo de descubrir ahora mismo buscando imágenes para ilustrar este madrugador post.