Hay una Ley no escrita, (pero que estadísticamente se cumple a rajatabla, al menos en mi hogar), que dice que un tierno infante, (o los dos), presenta la tendencia irresistible de levantarse temprano (o
MUY TEMPRANO) las mañanas de fiesta.
Y el corolario de esta Ley dice que lo peor no es que él o ella o los dos se levanten (si quieren madrugar es cosa suya), o que vayan al servicio y hagan algo de ruido (bueno, vale, es normal), lo peor suele ser su insana costumbre de dirigirse al dormitorio donde descansan sus progenitores, despertarlos y obligarles bajo coacciones innombrables a que acudan a la cocina y les preparen su Cola Cao.
Entre semana y los días laborables, paradójicamente, es justo al contrario: hay que ir a su habitación, arrancarlos de la cama para vestirlos, que desayunen y llevarlos al cole.
La Naturaleza Humana, qué gran misterio.
P.D. Aprovecho para recomendar una visita al blog de Azulica que acabo de descubrir ahora mismo buscando imágenes para ilustrar este madrugador post.