miércoles, 21 de febrero de 2007

Ediciones


Uno de los tópicos del género es el precio.
Otro son las ediciones.
Antes no existía ese problema.
Sobre todo por propio desconocimiento del aficionado.
Lo que sacaban las editoriales era lo único que había y ahí se acababa la discusión.
Ya podían tener las viñetas remontadas (en esos maravillosos tomitos de Vértice), podían ni aparecer las firmas de los autores por ningún lado (para qué, si eran extranjeros), podían estar en blanco y negro (aunque el color, la verdad, tampoco era muy allá y ciertamente a veces salíamos ganando), las traducciones podían ser de aquella manera, el papel podía ser auténtico pulp, podían llegar al kiosco este mes sí y el otro no, el que viene ya veremos....
eso sí, normalmente el producto era asequible al aficionado adolescente (uno que aquí firma sin ir más lejos). Tampoco había tanta oferta, la verdad.

Ahora no. Ahora no pasa eso.
Uno se vuelve más exigente y reclama obras de calidad, editadas con un cierto mínimo de calidad, con cierto respeto hacia la obra original y al artista o artistas que fraguaron la obra.
En parte porque ya hace tiempo que pasamos de las catacumbas y reclamamos un producto digno, como producto cultural que pensamos (o eso pienso) que es el cómic.
En parte, también, porque comprarte un cómic, en los días que corren, supone un desembolso equiparable a la compra de una película de DVD edición coleccionista o un libro en una edición de incunable.

Las editoriales cuentan en su plantilla con gente más preparada que hace unos años, con auténticos amantes y eruditos del mundo del cómic. Al menos eso pienso cuando leo algunas de las introducciones, presentaciones, solapas y contrasolapas o respuestas al Buzón de los lectores de algunas obras que leo.
Por eso me extrañan algunas ediciones digamos anómalas. Sobre todo si salen por un pico.
En concreto el Flash Gordon que ha editado Planeta el año pasado.
Flash Gordon, la etapa dorada de Alex Raymond, en dos tomos de 30 € cada uno. Tengo el primero. Dudo que acabe comprándome el segundo.
No es por el extraño formato (apaisado), que imagino que habrá sido por adaptarse a la disposición de las viñetas dominicales que publicara Raymond, digo yo.
No es tampoco porque no tenga una auténtica tapa dura, que impidiera que se nos doble por el propio peso el comic en cuestión (hay que tener un pulso especial para evitar que se doblen y arruguen para siempre estas tapas semiduras).
Es que no comprendo como, con los adelantos técnicos de hoy en día, se hacen las cosas como se hacen.
Y no me refiero a que haya una página repetida (que al fin y al cabo es una buena página), o que en las páginas iniciales las viñetas tengan un tamaño mínimo y en las del final tengan otro mayor (que me supongo, caritativamente, que a lo mejor fue el propio Raymond el que cambió de estilo y tamaño de viñeta y que no ha habido mejor forma de encajarlas).
Lo que me extraña es que aparezca alguna que otra página escaneada (lo que ya va convirtiéndose en marca de la casa) y que para introducir los diálogos en castellano se haya recurrido a borrar las frases en inglés y luego se haya rotulado encima la frase en español, olvidándose la mancha que ha dejado la goma de borrar sobre los fondos.
Yo, que no sé mucho de fotochop, sé que existen herramientas sencillitas para eludir esos problemas, al alcance de cualquier afionado a la informática. Coger el cuentagotas, copiar color, aplicar brochazos disimulados, si hay mucha bulla, aplicar el cubo de color...
Que complicado no es. Y difícil tampoco.
Laborioso a lo mejor sí, pero difícil, para nada.
Así que no lo entiendo.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues no. La verdad. LAs cosas bien hechas, bien parecen, joder.

Los tebeos de Vértice, Me traen muchos, muchos recuerdos.

Un saludo desde el agua

Anónimo dijo...

Además que cuesta treinta machacantes, que no es moco de pavo.
saludos