jueves, 26 de junio de 2008

El baile de fin de curso

Fin de curso agotador y estresante cuando te toca por partida doble :
Por profesión y por propia familia.

Porque ahora reparto y recojo notas, asisto a Fiestas de Graduación como Padre en un sitio y como profe en otro, contemplo espectáculos diversos preparados por mis pupilos y me tengo que morir de los nervios cuando le toca a mi hija dar unos pasitos de rumba flamenca o disfrazarse de Rey León para un minimusical.


Peor lo llevan, desde luego, las madres, o al menos la que vive en mi mismo domicilio, que le ha tocado asistir a reuniones con otras madres y la profe de baile, recorrerse las mercerías para buscar los avíos para el traje de rumbera o de cachorro de león, recortar el fieltro de las orejas del leoncito, idear un sistema para que la cola del felino tuviera un aire elegante y natural, actuar de asistenta/madredelaPiquer de la joven artista en ciernes cuando acabada una actuación hubo de ir a los camerinos a cambiarse la indumentaria...

A los padres nos queda mantener el tipo, intentar que no cunda el pánico cuando vemos que se nos ha olvidado el abanico rosa en casa el abanico rosa, por Dios!), ejercer de chófer, fotógrafo, espectador, crítico de moda, asesor de costurera ... tareas secundarias que también llevan lo suyo, aunque no hasta el nivel de tensión maternal.

Todo esto, lógicamente, se olvida cuando te maravillas al ver a uno de tus retoños meneándose con cierta gracia en lo alto del escenario, y te preguntas, amargamente, cuánto tiempo más nos queda de estas idas, venidas, estreses e histerismos, para cuándo está fijada la hora en que volarán solos.

En fin, agotador, agotador...

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