sábado, 5 de noviembre de 2005

Más novela historica

"Yo Sinuhé, hijo de Senmut y de su esposa Kipa, he escrito este libro. No para cantar las alabanzas de los dioses del país de Kemi, porque estoy cansado de los dioses. No para alabar a los faraones, porque estoy cansado de sus actos. Escribo para mí solo. No para halagar a los dioses, no para halagar a los reyes, ni por miedo del porvenir ni por esperanza. Porque durante mi vida he sufrido tantas pruebas y pérdidas que el vano temor no puede atormentarme y cansado estoy de la esperanza de la inmortalidad como lo estoy de los dioses y de los reyes. Es, pues, para mí solo para quien escribo, y sobre este punto creo diferenciarme de todos los escritores pasados o futuros."

Mika Waltari fue un escritor finlandés que obtuvo un sonado éxito con su Sinuhé. Incluso se rodó una película en Hollywood. Recuerdo que Victor Mature hacía de ambicioso general (luego faraón ) Horemheb. Y ya no me puedo imaginar el rostro del ese belicoso trepa más que con los rasgos tan característicos de Mature. Para Sinuhé me parece que eligieron a Tyrone Power (más bien no: La novela fue adaptada a una gran producción cinematográfica de Hollywood en 1954, dirigida por Michael Curtiz, protagonizada por Edmund Purdom, Jean Simmons y Victor Mature). Lo mismo no es así. Su rostro se me desvanece en el recuerdo. En el libro, sin embargo, la presencia del doctor Sinuhé es abrumadoramente inmensa y el generalito no le roba tanta cámara, aunque supone un interesante contrapunto de realidad, pies en el suelo y sentido común de supervivencia y ascenso que compensa el desapego, idealismo y nobleza del escéptico médico. Hay también un personaje relevante en esta historia: la femme fatale. Tan hipnóticamente atractiva como un agujero negro que te engulle, tan absorbedora de tu voluntad como el hechizo de la mirada de la cobra, tan bella como ambos, así es la turbadora Nefernefernefer. La meretriz más codiciada de Tebas, la más inalcanzable, la más dulce, la más malévola, y sin embargo, la más sincera cuando advierte al joven Sinuhé que su compañía solo puede acarrearle destrucción para él y los suyos. Una de esas veces en que el escritor acierta a describir un arquetipo inmemorial. Después de ella, Waltari podía haber dejado la literatura, porque lo mejor ya estaba hecho.
Ese fue el problema, a mi juicio de este hombre. Otras novelas suyas (recomiendo El Etrusco) abordan distintos periodos de la historia algo más reciente (el crepúsculo etrusco, el auge turco, la caída de Constantinopla) y son buenas obras. Te metes dentro del pellejo de los protagonistas. Sin embargo, se deja entrever un mismo planteamiento para los personajes principales. Siempre hay un narrador, en primera persona, más bien escéptico, algo simple y despegado de la vida mundana, un amigo fuerte y animoso, una mujer que acarrea desgracias, enemigos poderosos sin escrúpulos, maquiavélicos, triunfadores. Repito, no es mala lectura, al contrario. Todos sus libros tienen el aroma de un vino dulce qiue al final nos deja sólo con los posos amargos de desilusión Pero repetir el mismo esquema (más o menos camuflado) hace que al tercer o cuarto libro confundas a Sinuhé con otros tantos antihéroes bizantinos, etruscos, francos, romanos, turcos... que aparecen contando casi lo mismo en otras novelas. (aunque adivinar, descubrir ese casi ya vale ,muy mucho, la pena de leer sus libros)...
" Me he quedado despierto para escribir. A ratos he cerrado los ojos y apoyado mi ardiente frente sobre mis manos. Pero el sueño no se apiadará de mí. A través de mis fatigados párpados veo su belleza, su boca, sus ojos, cómo sus mejillas arden cuando las toco con mis manos, cómo me atraviesa una deslumbrante llama cuando acaricio su piel desnuda. Nunca la he deseado tan desesperadamente como ahora, cuando sé que la he perdido. " (El Angel Oscuro-El Sitio de Constantinopla)

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