Ya comenté que la llegada del ansiado adsl a casa me lleno del lógico regocijo inicial. He de reconocer que comencé lanzándome a un par de sitios que me han suministrado cómics escaneados en abundancia, algunos casi imposibles de encontrar, muchos otros que no había tenido tiempo de ver o que si hubiera querido me hubiera tocado comprarlos a ciegas vía Internet porque cerca mía no existe ninguna tienda especializada a la que poder acercarme a echarles un ojo. También, reconozcámoslo, porque al precio en que se cotiza la página de tebeo en estos días me hubieran resultado inaccesibles la mayoría de las obras que me interesaban. En definitiva, que al principio descubre uno algo y se satura por completo de ello. Tener la facilidad de bajarse casi cualquier cosa con un par de click y en par de minutos provoca una especie de frenesí salvaje, de síndrome de compra compulsiva pero sin compra que impele a bajarse megas y megas que al final saturan cualquier disco duro sin que haya tiempo a analizar tranquilamente nada.
Pero eso de la bajada compulsiva es sólo uno de los aspectos, quizá el más llamativo, el más vilipendiado en ciertos ambientes, pero hay otros algo más sutiles que empiezan a hacerme vislumbrar nuevos horizontes.
Un par de ejemplos.
Mientras escribo o leo en la RED puedo escuchar mi música, la música que me hace recordar o sentir otros tiempos, música que no suelen poner ya en ninguna radio, y también música que jamás había escuchado antes. La misma música que puedo escuchar en cualquier otro ordenador localizado en cualquier lugar del mundo que tenga conexión a Internet. Esto me lo proporciona una cuenta que me he abierto en last.fm (por cierto, ahora estoy escuchando esta emisora, que recomiendo).
He descubierto una página donde puede ver en streaming capítulos de una mis series favoritas. De acuerdo que están en pantalla pequeñita y tal pero es que resulta que se trata de una temporada que aún no se ha publicado en abierto en las teles generalistas y que cuando lo haga me temo el peor de los tratos horarios, si es que llegan a aguantarla en antena toda la temporada. Además conecto cuando quiero y puedo y me libro de esos interminables pases publicitarios que anulan todo tipo de clímax.
Esta tarde me conecté con mi hijo y visitamos la página de Lego y descubrimos el increíble Universo Lego. Pasmados nos quedamos con este vídeo de Lego Indiana Jones o este otro Han Solo affaire. Verdaderamente deliciosos.
Esta misma tarde también me dio tiempo para escanear un dibujo y mandárselo a mi cuñada (que a su vez me había proporcionado el enlace a un vídeo colgado en la red), y ceso mientras charlaba por el Messenger con mi sobrina (y ya puestos,aproveché para mandarle un mail con una par de fotos de sus primos que hace tiempo que no los ve)....
¿adónde quiero llegar?
¿que la tecnología ha cambiado nuestra vida? Bueno, eso ya lo sabemos. No, no es eso exactamente donde quiero llegar porque eso ya ocurrió cuando en nuestra vida nos habituamos a la tele, el teléfono, el vídeo, el CD o el DVD.
Es algo más.
Estamos asistiendo al final de una era y comienza otra en la que el acceso al ocio, la cultura y las comunicacionesl no tiene porque proporcionarnolos una compañía con un determinado modelo audiovisual en el cual me limito a ser mero receptor de lo que quieran echarme.
Eso se está acabando.
Puedo buscar los documentales que me interesen y verlos cuando quiera. Tengo la posibilidad de acceder al cine y productos audiovisuales que se me niegan en la mayoría de las ocasiones (o se me aportan con cuenta gotas y cuando determinados entes fantasmagóricos llamados programadores deciden en función de unas audiencias misteriosas) .
Y, en fin, en esto de la banda ancha soy un recién llegado que apenas está descubriendo la primera capa de la cebolla. Hay más, seguro que sí.
¿Cómo es posible que algunos todavía no se den cuentan de que este cambio es irreversible e imparable?
P.D.
¿Cuánto tiempo hace que no ven este film?Yo que ya peino canas lo recuerdo como uno de los primeros que se emitieron en aquel viejo programa que se llamaba La Clave.
Hay veces que se siente uno un extraterrestre en esta Tierra...
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