lunes, 18 de julio de 2005

CHAPAS...

Chapas, sí, chapas de botellines de cerveza.
Dicen que cuando tienes un niño te cambia la vida. Cuando tienes dos, te la cambia ya del todo. Pero no imagina uno hasta que nimios detalles se alteran en tu comportamiento.
No es ya que en tu historia personal se empiece a contar A.D. (Antes De) y D.D. (Después De) el nacimiento del chavea (que por cierto A.D. para ellos no existe, la historia de uno/una anterior a ellos como la Pre-Historia o cosa así).
No es tampoco que cuando toque el Plan Renove del Parque Automovilístico Familiar haya que pensar en un coche donde atrás quepan las sillas de los niños y que el maletero sea bien generoso (y no olvidarse la baca).
O que haya que pensar en obras de reforma en la casa porque de repente parece que se nos ha achicado y donde se vivía espaciosamente ahora vemos estrechuras por todos lados.
Ni siquiera que uno se embarque en la autoconstrucción de una piscinita con cuatro instrucciones en inglés mal explicadas.
O que alguien te toquetee (y deje las teclas manchadas de chocolate) el ordenador para colorear sus obras de arte con las nuevas técnicas digitales.
O que te sorprendan cuando, sin haber aprendido todavía a hablar, conozcan hasta los más insospechados detalles el funcionamiento del reproductor de DVD.
No.
Es que hay cosas que nunca se te hubieran ocurrido.
Como que se te alteren hasta los mismos hábitos alimenticios y bebeticios.
Como es mi caso.
Pues resulta que al primogénito se le ha ocurrido coleccionar chapas de cerveza. Y claro, al principio se conformaba con el número, cuantas más mejor. Pero ahora busca la calidad. Y eso supone que sus sufridos padres vayan probando marca tras marca de botellines para ir engrosando esa colección con las más varipintas chapitas:
San Miguel, Mahou, Heineken, Carslbeerg, Aguila, Cruzcampo, con alcohol, sin alcohol, de cervecita negra, de cervecita rubia, con doble malteado, de cinco estrellas, clásicas,.....
Cada día una distinta. Y lo cierto es que estoy descubriéndome como un gourmet de la cebada y la malta.
Tampoco está tan mal esto de los cambios....
(por cierto, esta noche, ¿quizá una Voll-Damm?...)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y no sería mejor que tu niño (¿Cómo se llama tu niño? ¿Minitú?) coleccionara chapas de... no sé... Mirinda? Tu barriguita cervecera te lo agradecería...
Y no, no voy a hacer chistes sobre chapas y chaperos porque sería de muy mal gusto tratándose de un crío inocente.
Yo de pequeño coleccionaba los paquetes de tabaco de mi padre y los usaba para hacer robots articulados. Lo curioso es que he acabado fumando la misma marca de tabaco que papá...

Anónimo dijo...

Yo coleciono monedas de todo el mundo. Es una manía como otra cualquiera pero mucho más sana que la de la cerveza y el tabaco.

¡No dejes que Sigmund se acerque a tus niños! Tabaco maaaaalo.

Cerveza Espumosa!!*

Pues la verdad es que todos mis amigos comentan que los crios te cambia la vida, y todos se quejan del problema de espacio.


*Un deseo gratis a quien pille la referencia.

Juan Antonio del Pino dijo...

Coleccionar chapas de Mirinda debe ser algo tan fasscinante como difícil. cada chapa debe cotizarse un güevo (o dos). Aquí, en España, dejó de embotellarse allá por los 70.
Mi niño no se llamá Minitú, sino Juan. Originales que somos en la familia.
Dawn, sobre lo del tabaco, no hace falta que Sigmund se acerque al niño, que ya lo hago yo(siempre intento evitar su presencia cuando fumo y, es más, ya me está diciendo que en el cole le han dicho que el tabaco es malo y que cuando lo voy a dejar. ...a ver si p'a este verano lo dejo definitivamente...)
La referencia no la cojo.
Ahora que las fotos son bonitas¡eh?
saludos

Anónimo dijo...

Lo decía Buffy en un capítulo en el que todos los que bebian cerveza en la uni iban revirtiendo a un estado de hombre de las cavernas que daba miedo.

Desvarios frikies. Y las fotos están geniales. ^__^

Juan Antonio del Pino dijo...

Vaya...ese me lo perdí (de hecho no he podido empezar a grabar los capítulos hasta este lunes.)
Interesante comentario que no comparto. La vida sin cervecita no sería la misma.

Anónimo dijo...

Hola Juan
Sé que hace mucho que no tiene movimiento este tema, pero bueno, yo lo intento. El caso es que yo colecciono chapas de cerveza. Quizás tu hijo ya no las colecciona y las tienes por ahí tiradas o guardadas. Si está interesado en deshacerte de ellas, por favor, mándame un correo a crown15060@yahoo.es

Muchas gracias.