Pues sí, como decía antes, septiembre es un mes especial. No ya por la vendimia (y sus consecuencias) que ya he comentado. Tampoco por la vuelta al cole (con lo que cuesta desembarazarse de dos meses de sosiego psíquico y volver a la dura realidad cotidiana).
Para mi septiembre tiene una luz especial que baña objetos, animales, personas, árboles, montañas y atardeceres. Y que hace madurar a los membrillos.
Todo luce de una manera única en el año y dan ganas de dar buenos paseos a cualquier hora del día, porque el Sol ya no es lo que era (bueno algunos días y algunos ratos son de duro estío).
Cuando el navegador te observa a ti (segunda parte)
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