lunes, 17 de abril de 2006

Turismo 2.SEÑALES.

Señales.
Salir de vacaciones, aunque se haga a un lugar civilizado que no diste más de 200 Km del hogar, supone salirse un poco del radio habitual al que estamos acostumbrados y todo parece un poquito más extraño. De momento, los Hiper, los Super y las tiendas “normales” no están donde creemos que deberían estar y su búsqueda constituye, ya de por sí, una auténtica aventura para el turista ocasional.
Aunque en las Ciudades de Vacaciones hay miles de indicaciones que, en buena lógica, nos deberían llevar al destino deseado, lo normal es que acabemos dando vueltas por las retondas y las avenidas, con una horrible sensación de “dejà vu” que no corresponde a un error de la Matriz, sino , simple y llanamente, a que nos hemos perdido.
Si se viaja en coche, hay que ir previsto para la ocasión y no debe faltar la gasolina o el gasoil pues, si ya es difícil encontrar un Hiper en una Urbanización de Urbanizaciones, todavía lo es más dar con una gasolinera.
Para el caso del desplazamiento familiar cargado de niños es conveniente que piloto y copiloto se turnen para mostrar los encantos del camino y distraer la atención de los infantes. Ellos, de todas formas, se habrán percatado a la primera que el conductor no sabe por dónde va y que ese Hotel o Campo de Golf es la segunda o tercera vez que se ve poor la ventanilla pero, al menos, si miran para otro lado, bajo las exclamaciones paternas o maternas, olvidarán momentáneamente este hecho y obviarán su comentario, con lo irritante que resulta para el que lleva el coche refregarle que no sabe ni dónde está ni adonde se dirige.
El Hiper aparece, por lo general, al segundo día, cuando toda la familia desayuna en una cafetería que ha encontrado por casualidad y el padre o la madre acopian fuerzas para preguntar al camarero o la panadera sabiendo de antemano que le dirán algo así como que está aquí mismo, a la vuelta de la esquina o allí enfrente, quedando como un perfecto extranjero, un guiri nacional que no sabe ni leer debidamente las numerosísimas indicaciones viarias que indican el paradero de sus desdichas.
Más frecuentemente aún, una vez que ha aparecido un Hiper, surgen los demás. Y resulta, claro, que, a cada paso, a cada revuelta, surgirá uno distinto. Eso también suele ocurrir una vez que ya se han hecho las pertinentes compras el día anterior, logicamente, en el más caro y alejado de nuestro lugar de descanso.
Al cabo de cuatro o cinco días, dependiendo de la pericia y grado de observación del veraneante, se habrá podido memorizar la localización exacta de los lugares de aprovisionamiento, los de esparcimiento (incluyendo Multicines y algún que otro parque con columpios y toboganes), los culturales-paisajísticos (esa iglesia, ese arco, ese malecón, ese castillo en aquella isla, esa torre, aquel famoso faro)


y, caso de ser asiduo lector de cómic, habrá grabado en su mente la calle y el pasaje donde estaba aquella tienda de cómics que se encontró (como no podía ser menos) cerrada por vacaciones.
Es por eso que, después de esta terrible prueba de fuego, me decía la copiloto de mi último viaje, ahora se comprende que la gente repita las vacaciones en el mismo sitio.
Yo ya lo he comprendido....

2 comentarios:

emma dijo...

El faro me recuerda el de Trasfalgar.
El puente de mayo estaré en Zahara, muy cerquita de Barbate
Ay...que ganita tengo que llegue el día 29, mi debilidad son las playas de aquella zona y si has estado por allí como te envidio,juan p, como te envidio.

Juan Antonio del Pino dijo...

Pues sí, acertaste, el "faro histórico" es el de Trafalgar.
estuvimos por ahí el día de excursión (auqnue nos quedamos en Barbate). El resto en Chiclana, que no conocía y me sorprendió esa playa tan estupenda.
Y, bueno, Zahara es que tiene algo especial.
También la otra Zahara que no está en la costa...que no se me enfade nadie