Hace poco encontré por la casa este libro: "Subir a por aire"
Se trata de una obra poco conocida de George Orwell (en la vida real Eric Arthur Blair).
Ignoraba por completo su existencia.
Este autor británico es conocido por su magnífica, inquietante y tenebrosa 1984 o su maravillosa fábula de la Rebelión en la Granja.
Algunos lectores informados (yo mismo me incluyo en el lote), si acaso, se atreverían a citar su Homenaje a Cataluña, pero poco más.
Así que descubrir esta supuesta obra menor de este autor me llamó bastante la atención. Cuando empecé a leerlo empecé a darme cuenta de su valía. Orwell era un observador meticuloso y minucioso de lo cotidiano. Su estilo es aparentemente fácil, por cuanto elude florituras y alardes para ir derecho a lo que que quiere contarnos. Un narrador nato al que no se le pierde un detalle, por insignificante que parezca y que ha elegido la narración, aparentemente alejada, friamente objetiva, para comunicarnos hechos pero también las sensaciones que acompañan a esos hechos.
Poco después mi mujer tuvo la feliz idea de regalarme el Homenaje a Cataluña, en cuya lectura me veo ahora enfrascado.
Esperaba encontrarme, lo reconozco, con un alegato revolucionario o un enfervorecido panfleto anarquista.
Para mi sorpresa, y hasta lo que llevo leído, nada de eso.
No he encontrado panegíricos revolucionarios.
Como en Subir a por aire, veo un escritor minucioso, que retrata de forma vívida sus experiencias en el frente de Aragón y las luchas callejeras en Cataluña.
La narración transcurre, más bien, en la tremenda sorpresa que se lleva un inglés flemático ante un ejército y una guerra que más parece de chiste que real. Las anécdotas de la extraña guerra de trincheras que le tocó vivir a este hombre creo que sólo se entienden si se comprenden los chistes de guerra de Gila.
Sin embargo, parejo a esto, también me parece encontrar reminiscencias de aquellos relatos semifolclóricos de los viajeros románticos del XIX que se aventuraron por las tierras de España. Resulta un buen ejercicio mental intentar ver nuestro país y el momento histórico que se describe a través de los ojos de un extranjero en una tierra que le era capaz de causar sorpresa, perplejidad y admiración a un mismo tiempo.
Una delicia re-encontrar este autor y estas nuevas obras. Y una recomendación a los que aún no se hayan acercado a él. No se arrepentirán.
(aquí algunos extractos de su Diario de Guerra, impresiones sobre la II Guerra Mundial)
Ignoraba por completo su existencia.
Este autor británico es conocido por su magnífica, inquietante y tenebrosa 1984 o su maravillosa fábula de la Rebelión en la Granja.
Algunos lectores informados (yo mismo me incluyo en el lote), si acaso, se atreverían a citar su Homenaje a Cataluña, pero poco más.
Así que descubrir esta supuesta obra menor de este autor me llamó bastante la atención. Cuando empecé a leerlo empecé a darme cuenta de su valía. Orwell era un observador meticuloso y minucioso de lo cotidiano. Su estilo es aparentemente fácil, por cuanto elude florituras y alardes para ir derecho a lo que que quiere contarnos. Un narrador nato al que no se le pierde un detalle, por insignificante que parezca y que ha elegido la narración, aparentemente alejada, friamente objetiva, para comunicarnos hechos pero también las sensaciones que acompañan a esos hechos.
Poco después mi mujer tuvo la feliz idea de regalarme el Homenaje a Cataluña, en cuya lectura me veo ahora enfrascado.
Esperaba encontrarme, lo reconozco, con un alegato revolucionario o un enfervorecido panfleto anarquista.
Para mi sorpresa, y hasta lo que llevo leído, nada de eso.
No he encontrado panegíricos revolucionarios.
Como en Subir a por aire, veo un escritor minucioso, que retrata de forma vívida sus experiencias en el frente de Aragón y las luchas callejeras en Cataluña.
La narración transcurre, más bien, en la tremenda sorpresa que se lleva un inglés flemático ante un ejército y una guerra que más parece de chiste que real. Las anécdotas de la extraña guerra de trincheras que le tocó vivir a este hombre creo que sólo se entienden si se comprenden los chistes de guerra de Gila.
Sin embargo, parejo a esto, también me parece encontrar reminiscencias de aquellos relatos semifolclóricos de los viajeros románticos del XIX que se aventuraron por las tierras de España. Resulta un buen ejercicio mental intentar ver nuestro país y el momento histórico que se describe a través de los ojos de un extranjero en una tierra que le era capaz de causar sorpresa, perplejidad y admiración a un mismo tiempo.
Una delicia re-encontrar este autor y estas nuevas obras. Y una recomendación a los que aún no se hayan acercado a él. No se arrepentirán.
(aquí algunos extractos de su Diario de Guerra, impresiones sobre la II Guerra Mundial)
No hay comentarios:
Publicar un comentario