miércoles, 1 de febrero de 2006

La Nieve, el Tabaco, los Cómics...

Pensaba yo seguir con lo del “Decembarco” del otro día y comentar algunas cosillas sobre títulos clásicos que se están editando ahora, por fin (Recomendar encarecidamente la Liga de Giffen, Matteis y McGuire, por cierto).
Luego se me pasó por la cabeza el tema que se debate a muerte en blogs y foros:
los colores que le han sacado al Príncipe Valiente en la nueva edición de Planeta (a todo esto, 26 tomos y unos 185 euros).
También pensé, al hilo de lo anterior, en hablar de las ediciones en el mundo del cómic. Ya no basta con decir, por ejemplo, :
-Yo tengo todo el Príncipe Valiente, la etapa de Harold Foster al completo, alrededor de cincuenta años de cómic.
No, no y mil veces no. Ahora hay que especificar si se trata de la edición nueva de Planeta, la de Burulán o la ediciones B. Por no mencionar la edición francesa de Zelda o una alemana que hay por ahí que algunos dicen la mejor y la más respetuosa.
En Crisei y la Cárcel de Papel se da buena cuenta de estos temas.

Pero eso. Estaba yo pensando y maquinando el artículo cuando, fíjate por donde, le da por nevar. Cuando nos levantamos el domingo por la mañana, a eso de las 10 (que no hay que exagerar un domingo) y abrimos las persianas, nos quedamos poco menos que a cuadros: un manto de nieve se extendía hasta donde nos llegaba la vista. Y es más, mi propio coche, aparcado al laíto de mi casa, tenía tres o cuatro centímetros de nieve. Y es más, el patio de mi casa (que es particular, claro) estaba tan nevado como los demás. Asombroso. El asombro duró el día entero (cosa extraña por estos lares) y cuando el sol se fue a acostar, aún resplandecía el blanco de la nieve en campos y tejados.Al día siguiente, de regalo, otra nevada, más ligera ésta, que duró hasta eso de las nueve y media y que hacía difícil y peligroso el tráfico. Porque la nieve, bonita sí que es, pero tiene varios inconvenientes. Ejerce una poderosísima atracción sobre cualquier niño (e incluso sobre adultos, me atrevería a asegurar)de modo que cualquier niño, inclusos los míos, se lanzan encima de ella, la manosean, se revuelcan, hacen bolas que arrojan con saña (y que duelen, que la nieve no está tan blandita como parece si te da en la cara), intentan modelar figuras...y resulta que este elemento tiene su parte traicionera: que está bastante fresquita y que pasa al estado líquido de la manera más inadvertida. Cuando nos queremos dar cuenta, esos incautos infantes(y adultos) se ven encharcaditos de la cabeza a los pies y ateridos de frío. Además, esa inocente nieve, cuando se derrite, suele mezclarse con la tierra, formando un barrizal espantoso, que se pega a las botas, los pantalones, los abrigos, a todo lo que encuentra.
En fin, muy bonito un día o dos. Todo el invierno debe ser de locos. Seguro que las madres no pueden reponer ropas y mudas a la suficiente velocidad con que sus retoños las dejan mojadas y sucias de barro. Un verdadero suplicio, supongo.

El otro tema que ando dándole vueltas es al del tabaco. Nos prohiben fumar en el trabajo. También en algunos bares.
Bueno, aceptable. Fastidia, la verdad, pero razonable.
Lo que me ha sorprendido de verdad es que los que han tomado la calle y los medios para protestar no son, somos, los fumadores (bueno, si la hemos tomado es porque nos tenemos que salir a echar un pitillito de vez en cuando) sino los quiosqueros y los estanqueros.
Lo de los primeros hasta lo entiendo; no del todo, pero lo entiendo.
Lo de los segundos, pues no.Protestan porque les han bajado el precio de las cajetillas y se han encontrado con unos stocks que tienen que vender más barato que cuando los compraron. Pues vaya. Todas las Navidades iban acaparando mercancía que sabían casi con certeza que a principios de año subía de precio. Compraban barato y vendían caro. Y se embolsaban la diferencia, naturalmente. Una especie de aguinaldo de las Tabaqueras y el Gobierno. Ahora, por primera vez que yo recuerde, la situación ha sido la inversa: han comprado caro y deben vender barato. Pues vaya. La verdad, no esperaran que lo sienta. Más si tenemos en cuenta que desde la “Prohibición”, en los estancos hay cola para comprar.
Todo esto llama a meditación. Me planteo que otra buena razón más para dejar de fumar es que muchos aprovechados dejen de vivir de mi lamentable vicio.

2 comentarios:

Redivivo dijo...

Hola Juan!!!.
Ya era hora, se agradece este nuevo post.
Yo a la nieve estoy un poco más acostumbrado, eso si, sigo disfrutando con ella igual que cuando tenía 10 años, me encanta.
Aquí cayó una buena nevada, que gracias a las heladas que la siguieron, todavía se mantiene, icluso en oviedo, donde es raro que dure más de tres o cuatro dias.
En el pueblo ya ni te comento, con decirte que una vez de crio estuvimos un mes incomunicados por la nieve ( osea, sin colegio) ya te puedes hacer una idea.
Y si, lo de cambiarse de ropa, de pies a cabeza, absolutamente todas las prendas, es práctica habitual despues de mis retozones invernales.
Si es que... son como crios. jejeje

Juan Antonio del Pino dijo...

pues por aquí suele nevar una o dos veces al año.pocas veces en el pueblo, sí en las montañas de alrededor.y desde luego, muy poquitas veces ha aguantado tanto como esta vez.pero fue suficiente, porque la verdad, harta un poquito tener que cambiarles la ropa a los niniños cada dos por tres, notar sus manos frías, etc, etc,por cierto que el sábado hacía un frío de narices.dicen que siete bajo cero o así.
y bueno, seguire escribiendo cuando pueda, que no es tanto como yo quisiera
saludos