martes, 9 de agosto de 2005

Clones y clones....



Otro concepto genético que ha dado mucho juego es el de los clones. Hoy en día hasta el actual Gobernaddor de California, el honorable Arnold Schuagenagger, sabe más o menos de lo que se trata y los clones se han revelado como elementos imprescindibles para comprender la saga de la Guerra de las Galaxias de G. Lucas.
Quien iba a decir, en 1975, es decir hace la friolera de treinta añitos (toda una vida) que una idea pergeñada por Gerry Conway y dibujada por Ross Andru para el asombroso Spiderman iba a tener tanto poder anticipatorio y que pudiera tener tanto juego (tanto, tanto, que exprimieron la idea hasta no dejar ni la pulpa en esa alargadísima “Saga del Clon” que parece que siguieron dando pasos de tuerca hasta pasar definitivamente el tornillo con esa aberración que se llamó “Clonación máxima”).
La idea del clon, del doble genético, es altamente atractiva y científicamente posible. Cuando Conway y Andru realizaron la saga original del clon, este concepto se manejaba más bien a un nivel teórico, aunque se habían realizado experiencias con éxito en anfibios y, no sé muy bien si también con ratas de laboratorio. El siguiente paso se dio, bastantes años después, con la clonación de mamíferos “superiores”, consiguiéndose con una oveja que ha pasado a la posteridad, la famosísima “Dolly”. Realmente, el paso siguiente, la clonación humana, es sólo cuestión de tiempo. A pesar de todas las reglas éticas y legislativas que se interpongan, siempre puede haber alguien con el dinero suficiente como para montar un laboratorio semiclandestino, contratar a unos pocos científicos y ponerse a trabajar en ello (si es que no se está haciendo ya). Cosas peores se han hecho y se hacen todos los días en este mundo.
En la saga del clon sin embargo había cosas que chirriaban un poquito. Para empezar, que los clones producidos (que en principio eran dos, Gwen Stacy y Peter Parker / Spiderman) resulta que se desarrollan en un tiempo récord, burlando todos los esquemas biológicos. Cómo conseguir el desarrollo acelerado de un ser humano, desde unas pocas células hasta un individuo joven, saltándose de un plumazo toda la infancia y la pubertad, no es una cuetión que deba tomarse a la ligera. Vamos que es todavía más difícil de creer que la propia clonación.
El otro aspecto es el tema de la memoria: los clones resultantes tenían las vivencias justo hasta el momento en que el pérfido Doctor Warren/Chacal les coge las muestras de tejido que luego servirán para realizar su clonación. Cosa altamente improbable, porque no creo yo que la memoria radique en todas las células de nuestro cuerpo. De hecho, la memoria, como el pensamiento, no se sabe muy bien dónde andarán, pero, en todo caso será más cerca del tejido neuronal que de otro cualquiera. Siempre nos queda el recurso de los implantes de memoria, que no se sabe muy bien qué es eso ni con qué se come pero que como explicación queda muy bien.
Algo parecido al clon pero con la memoria intacta y reconstruida hasta el momento de la extracción de tejido que servirá para la clonación ya lo inventó el señor Herbert, creador de la serie “Dune”. En este caso, esos clones con memoria y personalidad se llamaban “ghola” y eran fabricados por unos simpáticos seres, los tleixacu ( o algo así), que guardaban celosamente los secretos de sus técnicas y que trabajaban sólo por encargo para personalidades muy escogidas. Bueno, aquí al menos el secretismo permitía cierta credulidad entre el lector sin tener que pararse a cuestionar atrevidas teorías pseudocientíficas....Total si Schuagenager es Gobernador en California, los gholas-tleixacu serán posibles....

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