domingo, 15 de julio de 2007

Homo diffusus

El otro día mi consorte me decía, con la mejor de las intenciones aunque con una segunda lectura evidente, que yo tenía alma renacentista, como de Leonardo. Dicho así, al pronto, la cosa suena estupendamente. Un espíritu inquieto, universal, un saber que no se restringe a una sola Ciencia, un sabio del Renacimiento, un nuevo Leonardo del siglo XXI...

Repasando, me di cuenta que como maese Da Vinci, yo también había hecho mis ensayos de pintura al fresco, y que, aunque no me atreví con una segunda Cena, al final no me manejé del todo mal con la brocha y el rulo.

Eso fue el verano pasado. Este año me estoy pensando perfeccionar esta técnica y continuar con la cocina. Eso me obligará a ahondar en este conocimiento y emplear tintes sobre pintura blanca. Un verdadero reto. Eso no es todo, naturalmente.



Como el sabio florentino, estoy profundizando en la tecnología que hace posible el movimiento de la bicicleta. Ya que mis vástagos van ahora montados sobre dos (o cuatro) ruedas, ya han surgido las primeras averías, razón por la cual he tenido que refrescar la memoria, hacerme con una caja de parches y ponerme a reparar pinchazos y cambiar cámaras. Ya, de paso, he descolgado una vieja bici de montaña que algún día lo mismo cuento como llegó a mis manos (en definitiva, no puedo decir que no si alguien me ofrece un cacharro, puro complejo de Diógenes) y me he propuesto ponerla a punto y así poder ser cómplice y acompañante de las correrías de mi osado primogénito. Me he descargado un completo y simpático Manual de Internet para resolver averías. Ya me ha tocado comprar y colocar las dos cubiertas, los cables de los frenos y el del cambio de plato. Además de lijar los radios de ambas ruedas, pintarlos con un antioxidante, limpiar piñones, plato, cadena y engrase general. He intentado regular los cambios de plato y piñón, pero esto parece que va a estar fuera de mis posibilidades. No obstante, lo intentaré.En estos casos siempre pienso que peor no puedo dejarlo.
Esta certeza me ha traído no pocos problemas.

Con el verano llega también la calor. Hace años encontré una manera de combatir los rigores estivales sin ocasionar gasto energético ni consumo de CO2. Unos sencillos toldos en terrazas y patios alivian no poco esta sufrida estación. Y si no es suficiente, una piscina desmontable (algo así como una bañera grande) asegura un buen refrescón.

ascenso del homo diffussusEn fin, un auténtico hombre del Renacimiento o, visto de otra forma, un representante de una nueva especie, un auténtico y genuino Homo diffusus. Una especie capaz de abordar cualquier problema y dejarlo a la mitad para empezar otra cuestión, que dejará también a medio acabar cuando otro asunto le requiera y así sucesivamente. Pintura, bicicletas, recortables, toldos, piscinas, fotografía, música, televisión, internet, cine, cómics, novela histórica, bricolage variado... todo acapara fugazmente su atención.
En términos evolutivos un fracaso si lo comparamos con el infatigable Homo tenax.

En su defensa, una aseveración incontrovertible:

Si quieres que algo se haga bien hazlo tú mismo”.

Y en su contra, la sabiduría popular, que siempre tiene algo que decir:

Maestre liendre, de todo sabe y de nada entiende


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