Como cada año por estas fechas vuelve el fuego al monte y a los bosques que aún, milagrosamente, nos quedan. Como cada año, vuelve uno a preguntarse si no existen malditos intereses ocultos en todo esto. O cómo es posible que aún no estemos todos mentalizados con que en estas fechas, con este calor tan aplastante, determinadas labores deberían dejar de hacerse en el campo y esperar un momento más propicio.
Entre la imprudencia, la negligencia y la mala uva de unos pocos, nos estamos quedando sin bosques, sin monte, sin riqueza común, sin un legado digno que podamos dejar a los que nos sucedan.
Es triste.
Entre la imprudencia, la negligencia y la mala uva de unos pocos, nos estamos quedando sin bosques, sin monte, sin riqueza común, sin un legado digno que podamos dejar a los que nos sucedan.
Es triste.
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